Rolling in the deep

Eonia

Ealia.

Published by Mitsukok under on 17:34
“El Rey Hallan quería ganar aquella guerra como fuera. Era la Guerra de Eonia, por la que luchar, por la que morir… Sabía que Estoria tenía más hombres, fuertes y jóvenes., y no podía dejarse vencer.
Aquella misma noche del pacto de guerra, sin hablar con nadie más, partió hacia la gran montaña de fuego. Muchos la temían ya que en ocasiones el viento traía susurros de sus cuevas, llantos de almas perdidas que les hacía temblar y sentir dolor en sus corazones.
Fueron dos días lo que tardó en llegar a la Cueva de Sangre. Los ancianos de Heraia decían que estaba maldita, que aquel que entraba no llegaba a salir ya que su cuerpo quedaba reducido a cenizas después de pedir su última voluntad. Pero… aquella vez fue diferente. El Rey Hallan volvió, y no solo, sino acompañado de un gran ejercito que le ayudaría a derrotar a Estoria. Los hombres de la tierra se sentían con energía, con fuerzas para la lucha, los jóvenes estaban decididos a dar su vida por aquel país…
La Reina Elenia celebró la vuelta de su esposo pero había algo en él que no la llenaba de felicidad. Aquel era su Rey, pero el calor de su cuerpo había desaparecido, sus ojos ya no brillaban y su sabor era amargo como vino. Había vuelto, y muy cambiado. ¿Sería el pago por su voluntad?...”

El libro se cerró sobre sus manos con fuerza y tuvo que alzar una mirada furtiva al causante. Su madre estaba plantada frente a ella con los brazos en jarra y con la boca torcida.
-No sé cuántas veces voy a tener que repetirte que no le leas esa historia a tu hermano.
Sí, era una reprimenda. Es cierto que siempre se lo decía pero le costaba mucho más decirle que no a los ojos azules de su hermano pequeño.
-Lo estaba leyendo para mí… en voz alta- le sonrió con el entrecejo fruncido por darse cuenta de lo estúpida que era su respuesta.
Le cogió el libro de las manos y la miró desafiante.
-No lo vuelvas a coger.
-Sí, mamá…
Llevó los ojos al techo y después se levantó. Su hermano no había dicho ni una palabra, como ella le había enseñado. Lo tumbó en la cama de un pequeño empujón y entre risas le prometió que volvería a coger aquel libro para él. No podía dejarle sin saber el final de la historia.
Había cerrado tras de sí la puerta de casa, aún faltaba para que llegara la noche y la fiesta juvenil empezaría dentro de poco. Respiró hondo para llenarse los pulmones de aire fresco, aunque un poco ahumado; ya habían encendido la gran candela en la plaza. Su olfato la llevó hasta allí donde una gran concentración de Heraianos bailaban con suma alegría, recibiendo así la primavera.
Gedji estaba sentado en una mesa cercana, junto con su hermano Gred. ¡Eran irreconocibles! Eran los dos únicos pelinegros de aquella pequeña ciudad, inconfundibles entre aquella amarilla multitud. Con prisa, se acercó a ellos para comentar las últimas noticias que tenían.
-… ¿Crees que será cierto?
-No sé Ged, si fuera cierto, ¿no crees que habría seguridad?
-Quizás podría haberla si fuéramos más supersticiosos Gred.
-¿De qué habláis?-preguntó confundida por aquel extraño tema.
-Hace un par de días que un hombre bastante extraño pasó por aquí, pero de largo.
-¿De largo?-no entendía a qué se refería.
-Fue hacia la montaña.
-Quizás es escalador. O iba un poco más allá… -objetó Ged.
-¿Y qué hay más allá Ged?
-No sé Gred.
-¡Nada!-exclamo levantando los brazos.- ¡Agua!
-Quizás le guste nadar…
Gred agachó la cabeza llevándola contra su mano. La verdad es que siempre estaban igual, conversaciones absurdas sin ningún sentido. Sabía que hablaban de la historia del Rey, y de si aquel hombre iría a cumplir su voluntad pero ella no creía en nada de aquello. De hecho la mayor parte de Heraianos no creían en aquella historia exceptuando algunos ancianos supersticiosos. Si fuera verdad el camino hacia la montaña de lava estaría vetado, pero sin embargo, nadie vigilaba sus caminos. Quizás Heraia tendría que tener aquella función ya que era la única ciudad en muchos kilómetros a la redonda y era la única al lado de aquel volcán. En un futuro se plantearía tomar los datos de aquellos que entraran y salieran de sus fronteras pero hoy… hoy era un día de fiesta para todos…

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